sábado, 16 de octubre de 2010

Un viernes como excusa

Nos estamos acostumbrando a vivir jornadas apasionantes en un día hasta ahora tan poco asociado al fútbol como lo es un viernes. Primero fue la decisión de la UEFA de transladar los partidos de clasificación para la Euro 2012 a dicho día de la semana -medida que, dicho sea de paso, me parece excepcional-. Luego comenzó el Apertura y volvió la pasión. Y por último llegó el Colonia-Dormund de ayer tarde-noche. Un encuentro que se convirtió en algo más que una cuestión meramente futbolística. Lo reconozco, siempre he sentido una especial simpatía por el equipo de la cuenca del Rühr. Quizá sea por su afición, reconocida como una de las más fieles de Europa. O quizá sea la liturgia que se crea cuando uno contempla la SüdTribüne del Westfalenstadion, el estadio con mayor afluencia de público del continente. Como toda atracción, uno casi nunca se pregunta a qué se debe, simplemente está ahí y se intenta disfrutar de ella. El partido lo tenía todo para ser dramático. Ser un choque de la Bundesliga -eso ya asegura intensidad-, la lluvia, el RheinEnergieStadion de Colonia, y cuentas pendientes entre los dos mejores jugadores de cada equipo; Podolski y Nuri Sahin. Un polaco nacionalizado alemán y un alemán que prefería honrar a sus antepasados turcos. Ambos se enfrentaron hace una semana, el polaco venció al alemán vistiendo su camiseta y se encargó de recordárselo ayer. Primero con un gol y después con dedicatorias especiales.


Creo que no hace falta decir por quien me decanto en esa pareja, y mucho menos tras ilustrar este artículo con una imagen de mi camiseta de Nuri Sahin. Podolski me parece un buen jugador, ojo, y creo que puede sacar al Colonia de la zona baja si juega todos los partidos con la motivación con la que lo hizo ayer. Pero Nuri Sahin tiene un asiento VIP reservado en mi memoria desde mayo de 2005, cuando daba comienzo el Europeo U17 en Italia. A Turquía le tocaba bailar con la más fea, acompañaría a Inglaterra e Italia en el Grupo A. Ninguno de nosotros esperábamos demasiado de ellos, nos conformábamos con que animasen la competición dentro de sus posibilidades. Pero pasaban los partidos y descubríamos a Tevfik Kose, a Caner Erkin, a Deniz Yilmaz y al número diez, ese que no marcaba pero le regalaba los goles a sus compañeros. Si, ese era Nuri Sahin.

A partir de ese momento los acontecimientos se precipitaron. Su primer partido en la Bundesliga con el Borussia Dormund cuando aún no había cumplido los 17 años. Jugó los noventa minutos en la primera jornada que disputaban ante el Wolfsburgo. Y semanas después llegó el Mundial U17 de Perú. Su consagración como el futbolista del futuro. Turquía volvía a juntar a su generación dorada y la expectación era máxima. Ya no eran esos desconocidos que se llevaron el Europeo por sorpresa. Turquía no defraudó, Nuri Sahin maravilló. En aquel momento no solo le daba los goles a Caner Erkin y Tevfik Kose, él quería ser el protagonista absoluto. Y el 29 de septiembre se disputó el partido del campeonato. México, de la mano de Giovanni dos Santos y Carlos Vela, esperaba en la final. Su rival saldría del Turquía-Brasil. Al descanso Brasil ganaba 1-3, Anderson había sido el protagonista de una de las mejores actuaciones individuales que recuerdo y otro de los goles lo había hecho un lateral zurdo llamado Marcelo, que atabaca más que defendía. Por si fuera poco, Turquía estaba jugando con un hombre menos por la expulsión de su capitán Erkan Ferin. Pero le llegaba el turno al número 10, a ese que estábamos esperando y que ya había aparecido en la jugada del primer gol. Nuri Sahin se colocaba para sacar una falta, la pegó suave, de zurda, como siempre hacía, y la pelota acabó en la cabeza de Kose que se encargó del resto. Pero eso no era todo, el del Borussia había dejado lo mejor para el final. Consciente de que solo él podía darle la vuelta a un partido así, recibió en la banda zurda, encaró a su rival, le tiró un caño y lanzó un 'globo' a portería. Gol. Un chico de 17 del que hacía unos meses no conocía ni su nombre me había hecho saltar de mi sofá a miles de kilómetros del Estadio Mansiche, donde se disputó el partido. La semifinal acabó 3-4, con otra jugada maravillosa de Anderson, y Nuri Sahin lloraba en el suelo, a pesar de tener el futuro en sus manos. Y es que sólo un jugador como él puede hacer que empieces escribiendo de un Colonia-Dormund jugado un viernes y acabes contando la historia de su vida futbolística.

Ayer Nuri Sahin se sintió herido, un rival se había reído en su cara. Y respondió, claro que lo hizo. Minuto 82 del Colonia-Dortmund, Podolski empata el partido con un golazo y le recuerda al turco los tres goles que Alemania le endosó a su selección, si, un viernes. Minuto 91, Lewandowski se la entrega a un chaval de 18 años, Mario Gotze, y éste pasa el balón para Nuri Sahin, que solo tiene que introducirla en la portería. Recorre 50 metros y se desliza elegantemente en la cara de Podolski dedicándole el gol y, de paso, dejándole claro quien es el líder de le Bundesliga. Por momentos como éste, Nuri Sahin, eres especial.

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