sábado, 4 de diciembre de 2010

Recortes forjados en La Gavotte Peyret

Samir Nasri lo ha reconocido en innumerables entrevistas: la gran mayoría de trucos que ahora regala con el balón en el Emirates los aprendió en las calles de Marsella. Desde su llegada al norte de Londres ha sido cuestionado. Su rendimiento no ha sido el esperado y la confianza no le ha acompañado. Tampoco la regularidad. Capaz de alternar partidos como el del Oporto con periodos interminables de ausencias e inoperancia en su juego, el prínicipe, aquel al que un día osadamente compararon con Zinedine Zidane -petit Zizou, le decían- ahora sí merece tal consideración tras una exhibición de elegancia, cambio de ritmo y gol. Goles, su asignatura pendiente en los últimos años. Esta tarde sí, Nasri desmintió a quienes creyeron -creímos- que se había estancado. Y ya van unas cuantas veces esta temporada.

Wenger lleva años recibiendo reproches por su filosofía. Se le acusa de jugar con niños, de manejar una propuesta que más bien es una condena inequívoca a la derrota, pero no vamos a entrar en debates que, de tanto usarlos, ya están desgastados. Cada uno tiene su propia opinión sobre el alsaciano y él ha sido tajante cada vez que dicho debate ha salido a la luz: Si se tratará de jugar con hombres, el Arsenal sería un equipo de segunda división. Pero eso no es lo importante. Lo que realmente cuenta en el fútbol es el hambre, el talento y la inteligencia que posea el jugador. Hambre, talento e inteligencia, claves para que un jugador termine firmando por el club del Emirates. Porque Wenger rechaza firmar jugadores que ya se han hecho un nombre, que ya tienen una fama desarrollada que, en términos psicológicos, están en el escalón más alto de la pirámide de Maslow: el de la autorrealización. Por eso Nasri acabó en el Arsenal, porque no había ganado nada, simplemente era una promesa. Una promesa con hambre, talento e inteligencia.

Hacía tiempo que, casi llegados al ecuador de la temporada en Inglaterra, el Arsenal no se acostaba sabiendo que a la mañana siguiente se verían líderes. También hacía mucho tiempo que los de Wenger llegaban al tramo final de una competición sabiéndose los grandes favoritos para llevarse el trofeo como ocurre en la Carling Cup de este año. Y todo esto cuando el club ha vivido una época de austeridad debido al cambio de Highbury al Emirates. Porque el trabajo bien hecho siempre encuentra recompensas. Como cuando Nasri, rememorando los tiempos en los que recortaba a sus amigos en las calles de La Gavotte Peyret, decidía que el protagonismo de esta temporada es suyo. Enteramente suyo.

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