viernes, 10 de diciembre de 2010

TP Mazembe: no era una utopía

Lo vengo comentando desde que el Mundial de Clubes empezó a aparecer en los calendarios internacionales marcado con rotulador fosforito: bien desarrollado o no, la idea es fantástica. Días atrás hemos visto como la FIFA concedía los mundiales de 2018 y 2022 a Rusia y Qatar respectivamente y, aunque sea discutible -sobre todo en el caso del país de Oriente  Medio-, es un paso más hacia la democratización y globalización total y definitiva de este deporte que, antes de mover millones, mueve sentimientos. Desde su creación se ha hecho justitica con todos los campeones de confederación que año tras año observaban con recelo como Sudamérica y Europa acaparaban todos los focos en la Copa Intercontinental. Como consecuencia de esta apertura a cualquier rincón del planeta fútbol, aumenta el interés del aficionado por los equipos exóticos, aquellos de más allá de la Champions League y Copa Libertadores. Una especie de retroalimentación que, como hoy, coloca al Tout Puissant Mazembe en boca de todos.

Porque, aunque en nuestro continente esta competición aún no despierte pasiones -que lo haga es un reto interesante para la FIFA-, el equipo de la República Democrática del Congo -una nación devastada por la guerra, la miseria y enfermedades como el SIDA- ha hecho historia. Para el TP Mazembe lo de participar en el Mundial de Clubes no es nuevo. En la edición anterior ya estuvieron en Abu Dabi enfrentándose al Pohang Steelers en los cuartos de final. Se adelantaron, al igual que hoy, con un gol de Bedi, pero Denílson Martins, ese jugador que en la semifinal frente a Estudiantes jugó los últimos 20 minutos del partido como portero tras la expulsión del meta titular, echó por tierra las esperanzas africanas. Hoy se repetía la historia: Bedi ponía por delante a los suyos, pero el déjà vu -afortunadamente- no se desarrolló en su totalidad. Los cuervos aguantaron el marcador y estarán en la siguiente ronda con total merecimiento.

Los del Congo no tienen la nómina de jugadores de la que dispone el Al-Ahly, tampoco la del Esperance Sportive de Túnez, pero en un futuro los Milota Kabangu, Singuluma o Muteba Kidiaba podrán contar a sus hijos y nietos que, gracias al sistema del Mundial de Clubes, compartieron terreno de juego con jugadores como Andrés D'Alessandro y Giuliano Victor de Paula. El próximo martes disputarán la semifinal contra Internacional de Porto Alegre y pensar en una victoria africana sí sería una utopía. Pero también lo era eliminar a Pachuca en cuartos de final. El TP Mazembe sabe que para soñar no hacen falta billetes ni monedas. Con una pelota es suficiente.

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